Actualizado: Guardar
Llegamos tarde, sí, aunque merezca la pena. La pintura virreinal ha sido durante décadas sinónimo de un arte menor entre muchos de nuestros estudiosos e instituciones culturales de cabecera. No hemos estado muy afortunados en esta consideración cerril, que se tradujo en falta de interés por organizar exposiciones de cierta importancia hasta hace poco. Hubo pequeños adelantos, como el de 2010, que mostraba un buen puñado de estas obras sigularísimas en el Palacio Real de Madrid y algunas más en el Prado. En el mundo, especialmente en Estados Unidos, han causado asombro en los últimos años. Nosotros, poco a poco, ya nos vamos enterando.
Hemos estado ciegos y pusilánimes y por eso no nos atrevemos a defender este pasado rico
y complejo que nos define más allá de los fantasmas y los tópicos del abuso y la conquista sangrienta, que sucedieron y que fueron sucedidos por otras realidades de las que este arte es la prueba y que nos cuesta reivindicar con orgullo al óleo. ¿Por qué no tiene más apoyo de nuestro ministro de Cultura (el que toque) el Museo de América de Madrid, donde uno puede siempre que quiera asombrarse ante este tiempo y estas obras formidables? Los decapitadores de estatuas y quienes los justifican con sus librillos no quieren saber ni que sepamos, son agentes de la ignorancia imperialista (del imperio de lo políticamente correcto, contra el que nadie se atreve) a los que un falso decoro disfraza de víctimas retrospectivas.
Llegamos, un año más, a la fecha candente del 12 de octubre: ¿nos van a decir ellos, los mismos de siempre, que no hay nada que celebrar? ¿Nada que exponer? Está en las paredes del Prado. ¿A quién molesta darle importancia y lugar a tantos rostros, lienzos, plumarias, costumbres, creencias, nombres ya desaparecidos de los que procede nuestra incertidumbre actual y constante ante el hecho cultural del mestizaje del que venimos y al que seguimos yendo, de la complejidad social y cultural que hizo posible para el mundo la larga etapa virreinal en la América española?
Vayan a descubrir ese arte, y la música, geografía, botánica, ingeniería, poesía y guerra y comercio que lo sustentaban, que sin duda existieron. Como decía Pasolini, «importa el amar, el conocer,/ no el haber amado, no el haber conocido». Pero para algunos eso funciona solo con el odio.
La entrada Importa conocer se publicó primero en Cultural Cava.